Los vigilantes
españoles son los más formados de toda Europa. Así lo acreditan las horas de
formación necesarias, que alcanzan las 180, a las que hay que sumar otras 20
anuales de carácter obligatorio. Además, España es el único país europeo en el
que el personal de seguridad privada tiene que pasar un examen de habilitación,
que realiza el Ministerio del Interior.
En España hay habilitados un total de 207.212 vigilantes de seguridad, según datos oficiales. De ellos, se estima que solamente están en activo 88.250, como recoge el informe de Aproser, patronal que agrupa a las principales empresas del sector. Su edad media ronda los 41 años, y la rotación anual se sitúa en un 17%.
El de la seguridad privada sigue siendo un sector dominado por los hombres, si bien en los últimos años se ha avanzado en la incorporación de la mujer a este tipo de trabajos. Actualmente, la proporción es de un 84% de trabajadores frente al 16% de trabajadoras. Otro de los datos que recoge el informe habla de sus condiciones laborales, y destaca que la mayoría de los empleados cuenta con un contrato indefinido: casi un 85% del total. Y esto en un momento en el que la crisis económica está empeorando las condiciones laborales a pasos agigantados.
Todo esto hace que los vigilantes españoles se sitúen a la vanguardia a nivel europeo. Están formados, cuentan con unas buenas condiciones de trabajo y, además, han demostrado su profesionalidad en numerosas ocasiones. Uno de los ejemplos paradigmáticos es el 11-M. Recientemente se han cumplido nueve años desde el trágico atentado de Madrid, en el que murieron casi 200 personas a manos del terrorismo islamista radical. Pero los merecidos homenajes a las víctimas se han olvidado año tras año de los vigilantes de seguridad presentes en las estaciones de tren, que colaboraron desde el primer momento con las autoridades para salvar vidas.
El 84% de los trabajadores son hombres
Mientras que el 11-M fue una fecha señalada y de gran exposición mediática, en el día a día de los vigilantes de seguridad también hay historias de héroes anónimos. Algunas de ellas aparecen en los medios de comunicación y otras no. Muchas son premiadas en los días de la seguridad privada, que se celebran cada año en diferentes ciudades para reconocer, por parte de las autoridades públicas, el trabajo de los vigilantes.
Héroes anónimos
Son cientos de historias de superación y valentía que se desarrollan a diario en los aeropuertos, en las estaciones de metro, en los centros comerciales o en edificios públicos. Una de ellas es, por ejemplo, la de Francisco Jesús Palencia, que salvó una vida humana. Palencia es un escolta que, cuando se encontraba en el extranjero, realizó una maniobra cardiorrespiratoria a una persona para mantenerla con vida mientras llegaban los servicios sanitarios. Fue premiado por su actuación el pasado día de la seguridad privada de Madrid, pero sin duda su mejor reconocimiento es saberse útil para la _sociedad.
Pero también hay historias que, desgraciadamente, no tienen final feliz. Es el caso de Rafael Jiménez, un vigilante de seguridad fallecido en abril de 2011 mientras trabajaba en la estación de Castelldefels. Fue agredido por un joven y no pudo superar las secuelas de la paliza.
En España hay habilitados un total de 207.212 vigilantes de seguridad, según datos oficiales. De ellos, se estima que solamente están en activo 88.250, como recoge el informe de Aproser, patronal que agrupa a las principales empresas del sector. Su edad media ronda los 41 años, y la rotación anual se sitúa en un 17%.
El de la seguridad privada sigue siendo un sector dominado por los hombres, si bien en los últimos años se ha avanzado en la incorporación de la mujer a este tipo de trabajos. Actualmente, la proporción es de un 84% de trabajadores frente al 16% de trabajadoras. Otro de los datos que recoge el informe habla de sus condiciones laborales, y destaca que la mayoría de los empleados cuenta con un contrato indefinido: casi un 85% del total. Y esto en un momento en el que la crisis económica está empeorando las condiciones laborales a pasos agigantados.
Todo esto hace que los vigilantes españoles se sitúen a la vanguardia a nivel europeo. Están formados, cuentan con unas buenas condiciones de trabajo y, además, han demostrado su profesionalidad en numerosas ocasiones. Uno de los ejemplos paradigmáticos es el 11-M. Recientemente se han cumplido nueve años desde el trágico atentado de Madrid, en el que murieron casi 200 personas a manos del terrorismo islamista radical. Pero los merecidos homenajes a las víctimas se han olvidado año tras año de los vigilantes de seguridad presentes en las estaciones de tren, que colaboraron desde el primer momento con las autoridades para salvar vidas.
El 84% de los trabajadores son hombres
Mientras que el 11-M fue una fecha señalada y de gran exposición mediática, en el día a día de los vigilantes de seguridad también hay historias de héroes anónimos. Algunas de ellas aparecen en los medios de comunicación y otras no. Muchas son premiadas en los días de la seguridad privada, que se celebran cada año en diferentes ciudades para reconocer, por parte de las autoridades públicas, el trabajo de los vigilantes.
Héroes anónimos
Son cientos de historias de superación y valentía que se desarrollan a diario en los aeropuertos, en las estaciones de metro, en los centros comerciales o en edificios públicos. Una de ellas es, por ejemplo, la de Francisco Jesús Palencia, que salvó una vida humana. Palencia es un escolta que, cuando se encontraba en el extranjero, realizó una maniobra cardiorrespiratoria a una persona para mantenerla con vida mientras llegaban los servicios sanitarios. Fue premiado por su actuación el pasado día de la seguridad privada de Madrid, pero sin duda su mejor reconocimiento es saberse útil para la _sociedad.
Pero también hay historias que, desgraciadamente, no tienen final feliz. Es el caso de Rafael Jiménez, un vigilante de seguridad fallecido en abril de 2011 mientras trabajaba en la estación de Castelldefels. Fue agredido por un joven y no pudo superar las secuelas de la paliza.
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