La
vigilancia privada de la Catedral impide la sustracción de un cepillo.
Tal vez imbuido
del espíritu que había llevado a José Manuel Fernández Castiñeiras, ladrón
confeso del Códice Calixtino, a sustraer de la Catedral de Santiago,
supuestamente, cientos de miles de euros durante 12 años, ayer por la tarde un
compostelano intentó robar el dinero que los fieles suelen depositar en una
hucha de metal ubicada junto al mismo sepulcro del Apóstol. Descubierto en
plena faena, sin embargo, se quedó sin botín. Y, aunque en un principio opuso
cierta resistencia, finalmente entró en razón y depuso su actitud.
Pasadas las cinco
de la tarde, S. B. L., identificado por fuentes de la basílica de la capital
gallega como un «conocido toxicómano de la ciudad», fue sorprendido tratando de
hacerse con el contenido de un cepillo situado en la cripta del templo. Iba
provisto de una especie de pinzas que había manipulado convenientemente para
introducirlas en la caja y así poder extraer la monedas y billetes que se
hallaban en el interior. De detenerlo se ocuparon dos guardias de la seguridad
privada del recinto. «En un primer momento estuvo algo agresivo, pero luego
enseguida se calmó», explicó uno de ellos.
El hombre fue
puesto posteriormente a disposición de agentes del Cuerpo Nacional de Policía.
Estos últimos, sin embargo, se limitaron a identificarlo y a apuntar sus datos,
dado que se trataba de un hurto y puesto que los responsables de la Catedral,
por lo menos en inicio, no habían interpuesto denuncia contra él. De hecho,
técnicamente, ni siquiera llegó a estar detenido.
Se trata del
segundo incidente al que los vigilantes de la seo han de hacer frente en menos
de un mes y medio. A finales de abril ya habían tenido que emplearse a fondo
para frenar un violento enfrentamiento con palos y lanzamiento de sillas entre
dos grupos de limosneros, primero, en la puerta de Acibechería y, luego, en la
zona de Praterías.
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